No todos saben que no soy real, que soy sólo una foto. La mejor parte de todo esto es que me encanta que así sea, que sólo tú sepas esa parte de mí, ese yo de adentro, el de verdad, el que se esconde tras unas gafas oscuras y algo de color, el que se emociona al verte y se enloquece con tu olor, el que se pierde en tus besitos que lo dejan sin nada que decir, que hacer, que responder, que pensar, y es eso lo que más me llama la atención, tu capacidad para dejarme en blanco, de desnudarme sin saber que hacer, esa capacidad que me enmudece, me ensordece y me ciega y sólo me permite rendirme ante tu presencia, ante tu hermosa energía que me renueva en cada ocasión; y es que en verdad me sorprendes, y es que no sé, creo que nunca había logrado ser yo de forma tan natural como lo soy contigo, nunca me había permitido mostrar un lado un poco más débil, algo más pendejo y un poco (bastante) malcriado.
Eso es lo que me alegra, lo que me llena y lo que me deja un agradable sabor, el saber que para ti soy alguien especial, alguien único y alguien que nadie más conocerá, porque no quiero que así sea, porque no puedo, porque simplemente tú eres el que activa ese lado en mí, como el caracol Agustín que sólo le muestra sus cachitos al sol, tú eres mi sol que me deslumbra y que me hace ser yo, ser más que Marcelo Andrades, más que aquel personaje, más que esa persona que actúa frente a la sociedad que simula interés y sólo muestra falsa modestia, simplemente contigo soy yo, contigo y por ti; ayer, hoy, mañana y siempre. Y como un curita diría (de los mismos que me cargan, pero en estos momentos se me viene a la mente esa célebre frase) "por los siglos de los siglos, amén".
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