Mis nunca, mi balance y mi adiós.

Sí, está bien di todo de mí, lo intenté, probé, pero ¿sabes? Llegó un punto en que todo se perdió, no había más que hacer y ahí estaba yo, frente a un desconocido que ya no calentaba mis pies. Estaba al final de un camino que me mostró que no había logrado avanzar mucho, al menos, no más de lo que en realidad pensé. Se acabó el camino y me di cuenta que quedaba tanto por delante, tanto por seguir que preferí darme un descanso, beber un vaso de agua y tomar un poco de sol. Nunca fui a ver Toy Story 3, nunca fui a San Rosendo, nunca fui a Fantasilandia, nunca comí en ese restorán, nunca olvidé, nunca lloré tanto, nunca recordaré lo que nunca hice, mas lo que hice queda en la retina y lo guardo como una hojita bien doblada que algún día espera por ser encontrada, entonces, cuando eso pase, me podré sentar, leer todo de nuevo y llorar como si el mundo se acabara, así me sentiré mejor y saldrá finalmente el sol. Por ahora aquí estoy, igual que ayer, pero con un poco más de polvo sobre los hombros, sigo avanzando con la tierrita por delante y sacando una foto mientras el perro se cae a la pileta de la plaza perú.